La náusea, Rohmer y The Wall.

Le vuelvo la espalda. Después de todo, tiene suerte. Yo estoy demasiado tranquilo desde hace tres años. Ya no puedo recibir de estas soledades trágicas nada más que un poco de pureza vacía. Me voy.

Termine de leer 'La Náusea', cerré el libro, tome prestado el ipod de mi hermano y puse algo de Floyd. ‘ One of these days’ y ‘Careful with that axe, Eugene’.

Un malestar me invade de subito, un poco de desesperación. Trato de alejar todo eso de mi, pienso en el concierto de Roger Waters, en los libros y melodías que me gustan. Me estoy sintiendo un poco deprimido. No por mi vida, ni por los momentos felices que ahora conforman mi pasado y no volverán a repetirse sino por toda la existencia... Estoy divagando, acabo de leer a Sartre y pienso que me sentaría bien ver una película de Rohmer.

Ya identifique mi malestar, ese que va desapareciendo mientras escribo. Es el de ya no poder sentir nada, no poder disfrutar una canción, una novela o una película. Cada vez más me causan menos placer y hasta creo que me roban algo en vez de darme, me dejan vacío.

Debo de apuntar algo antes de que se me olvide; recordar que:

• Fui al concierto de Roger Waters y lo disfrute mucho.
• The Wall suena mejor en vivo, sobre todo ‘One Of My Turns’, ‘Vera’, ‘Run Like Hell’, ‘Hey You’ y ‘Waiting For The Worms’.
• A pesar de estar rodeado de muchas personas y de que por dos horas todos en el estadio estaban conectados gracias al asombroso poder de la música y las letras, uno se puede seguir sintiendo inmensamente solo.

Pero lo más importante que tengo que recordar es siempre llevar a un concierto la mejor cámara fotográfica a la mano, o en su defecto, el teléfono móvil que tome las mejores fotografías.